
En comentarios anteriores dije que los primeros dos encuentros de la temporada nos dirían mucho acerca de que esperar del equipo de la NFL en las Carolinas y he mencionado, durante años, que la pretemporada no indica absolutamente nada ya que los equipos muestran cada vez menos a sus cuadros titulares.
Pensé, ilusamente, que los visitantes darían un poco más de pelea y no sufrirían una derrota 26-10 que no hizo más que mostrar el óxido y la falta de preparación. Xavier Leguette perdió una recepción clave por pisar fuera, Bryce Young tiró dos intercepciones desesperadas luego que…una vez más… la línea ofensiva diera mucho que desear. El novato Trevor Etienne corrió apenas una vez para 4 yardas mientras que su hermano, estrella en Jacksonville le corrió 143 a una línea defensiva que dejó pasar todo. Una intercepción de J.C. Horn impidió un marcador más abultado y el receptor novato McMillan fue el mejor jugador ofensivo donde ni el confiable Chubba Hubbard, anotador del solitario touchdown ya casi al final del juego, pudo llegar a las 100 yardas combinadas.
Ahora toca borrar el pizarrón y llenarlo de nuevo. Hay una semana para hacer ajustes, sobre todo en las líneas, para jugar un poco mejor y darle pelea a unos Cardenales que tampoco se vieron bien y apenas le sacaron el partido a los Santos.
Jacksonville no es perita en dulce, pero tampoco es una potencia mundial. El partido fue retrasado por tormenta y hemos visto que cuando esto sucede, incluso tan reciente como el pasado jueves en Filadelfia, que los jugadores tienden a salir de ritmo y la calidad del partido baja. Los entrenadores de las Panteras tienen que ponerse las pilas pero ya, porque una derrota en la primera semana se le perdona a cualquiera, pero lo de ayer fue bochornoso.
Por Hernán Mena
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