En otros medios usted podrá leer sobre el casi heroico regreso de Bryce Young y la ofensiva de las Panteras, los cuales, es verdad, jugaron por mucho su mejor partido de la temporada y remontaron un marcador adverso de 16-30 para empatar en los últimos minutos.

También podrá leer como la defensiva, generalmente la única unidad decente de Carolina, no pudo contener a Jordan Love y los Empacadores en un empuje final que llevó al gol de campo en los últimos segundos que le daría la victoria a los visitantes 33-30.

Pero la realidad es que el error más grave, el problema más serio, fue cuando faltando poco más de cuatro minutos para finalizar el segundo cuarto algún genio del departamento de entrenadores de las Panteras decidió jugársela en cuarta y dos en la yarda 38 del rival en lugar de probar la pierna confiable de Eddy Pineiro. Los Empacadores detuvieron en seco a Chubba Hubbard, tomaron posesión del ovoide en buena posición de campo y caminaron hacia un touchdown para irse al medio tiempo con una cómoda ventaja. Esto mató el momento anímico, viró la tortilla, mentalmente, a favor de los visitantes y ya de lo demás, podemos hablar mucho, pero está de más.

Lo que sí cabe decir es que, pese a la derrota, este ha sido el mejor partido de las Panteras como equipo. Es un hecho que la defensiva, a comparación de otros partidos, les falló, pero la joven ofensiva de Green Bay no es nada fácil de detener y por el otro lado Bryce Young pudo aprovechar que la defensiva rival es su punto débil. En lugar de quejarse o tirarse al piso, las Panteras pelearon hasta el final y nos dieron un partido entretenido. Creo que es mucho mejor, tanto moral como anímicamente, perder con orgullo que ganar de cajeta. Ahora toca ir a Jacksonville contra unos Jaguares que están de capa caída y por primera vez en varias semanas tengo ganas de ver el partido, sensación que comparto con otros seguidores de los Gatos Salvajes. Eso es una buena señal de cualquier forma que uno lo vea.

Por Hernán Mena
hernanmena@lagambetasportscarolinas.com