
Por Hernán Mena
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El plan de juego era el correcto, carreras y pases cortos intercalados, jugar con orden, usar el colmillo de Thielen y los otros veteranos, pegarle a los Delfines en el punto más débil, su defensiva, manteniendo a Tua y al equipo olímpico de carreras de Miami sentaditos, bien portaditos, en su banca, el mayor tiempo posible. Estaba resultando, el local salió oxidado y los visitantes ya estaban con ventaja de 14 puntos que los locales acortaron a siete y luego sucedió lo inexplicable…
Al inicio del segundo cuarto los Delfines por fin se acoplaron y detuvieron a las Panteras las cuales, en cuarta y ocho a medio campo decidieron realizar una jugada de engaño en lugar de patear de despeje, fueron detenidos… y todo cambio.
Los que llevan tiempo leyendo mis columnas saben que creo que el Americano lo gana el que gana dos de las tres batallas en el campo y lo digo porque es la verdad, esta jugada, que no debió haber existido, y le dio excelente posición de campo a los Delfines, cambió el ritmo del partido. Gracias a los equipos especiales la ofensiva finalmente pudo entrar en ritmo trabajando con comodidad, anotando los siete del empate y, lo más importante, dando tiempo a la defensiva de ajustarse y encontrar el modo de presionar a Bryce Young.
Desde ese momento todo le salió bien a Miami, que continuó caminando y para cuando entró el segundo equipo a cerrar el juego en el 4to cuarto ya estaban cómodamente ganando 35-14, el marcador final fue 42-21 pues el mariscal suplente de Miami fue interceptado para anotación por una defensiva de Carolina que, a decir verdad, hizo lo que pudo contra el equipo más explosivo de la liga mientras Young, por su parte, tuvo un partido decente, pero fue capturado cuatro veces y simplemente se vio, una vez más, vencido por el peso del rival. Hoy toda la culpa la pongo o en Frank Reich o en el entrenador de equipos especiales de las Panteras Chris Tabor. Esa jugada sorpresa que no sorprendió a nadie fue en el lugar y momento equivocados y cambiaron el momentum del partido. Ahora viene una semana de descanso antes de regresar a casa a pelear por el orgullo contra unos Texanos de Houston que, con el mariscal que no quisieron, hoy derrotaron a los Santos de Nueva Orleans y han sido una de las sorpresas de la temporada. Hay mucho que arreglar, pero hay tiempo para arreglarlo. Las debilidades y fortalezas de las Panteras son muy claras, ahora queda jugar con inteligencia para que, si se pierde, al menos sea con dignidad.