
Entiendo lo difícil que es jugar cuando tus dos mejores jugadores, LaMelo Ball y Brandon Miller, están lesionados, sobre todo cuando enfrente tienes al serbio Nikola Jokic, uno de los mejores jugadores de la NBA, enfrente. Pero los Nuggets de Denver ya no son la potencia de hace unos años cuando ganaron el campeonato y pese a llevar ventaja casi todo el tiempo sobre los de casa fue la banca de los Hornets la que sacó la casta y demostró una calidad superior. Tantas lesiones tienen un lado bueno y es que los suplentes de Charlotte juegan más ordenado que muchas otras escuadras debido a la cantidad de tiempo en la cancha. No solo cooperaron con 35 puntos sino que cuando ellos estaban en la duela la diferencia del marcador se acortaba hasta que por fin se empataron las cosas a 98 faltando poco menos de cuatro minutos.
De allí las cosas con los titulares, comandados por Miles Bridges y Mark Williams, se fueron al tu por tu contra el Joker y sus secuaces. Faltando 18 segundos era bola de los Hornets que perdían por un punto apenas, los aficionados esperaban lo lógico, control de balón, esperar a que el reloj marque menos de cinco para intentar un layup fácil que les diera la victoria por un punto… Eso es lo que se debe hacer en esta situación, es basquet básico, sin importar el rival.
Pero así… no fue. Por alguna razón Miles Bridges intentó un tiro de media distancia faltando catorce segundos el cual falló por varios centímetros. Recupera Jokic, pase a Murray, la cosa se pone 107-104 faltando ocho segundos y así terminó. Un triple desesperado de los Hornets rara vez entra, y esta vez no fue la excepción. Y ese es el problema de que Bridges sea tu mejor jugador en la duela, para ganar este tipo de partidos necesitas a tu mejor jugador en papel, pero este se pasa más tiempo lesionado. Casi tan herido cómo los miles de fanáticos que salieron cabizbajos del Spectrum Center tras otra dolorosa derrota de los Avispones.
Por Hernán Mena
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