
Por Hernán Mena
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Que difícil debe ser para un mariscal novato llevar el peso de un equipo en sus manos desde el primer día. Más complicado aún como, en el caso de Bryce Young, tienes una línea ofensiva parchada con tres suplentes. Por si fuera poco, te toca abrir en casa en lunes, horario estelar, todo el mundo viendo el partido, ante una de las mejores líneas defensivas de la liga.
Noche de lunes en Charlotte, tráfico infernal para llegar al estadio, tráfico infernal para poder avanzar el ovoide y generar puntos. Súmele a esto un grupo de entrenadores mandando jugadas básicas e insípidas que la defensiva rival adivina con facilidad y lo único que te queda es correr para que no te aplasten, bueno, solo te capturaron cuatro veces, salió barato. No tuviste intercepciones, es mejora. Así es la vida de mariscal novato con las Panteras.
La defensiva, por su parte, sacó la casta, mantuvo a los Santos a tiro de piedra, los limitó lo más que pudo, pero luego, las defensivas se cansan y las estrellas brillan, el receptor Chris Olave hizo una atrapada espectacular, Tysom Hill hizo tres o cuatro carreras sorpresa, poco a poco, los visitantes avanzaron para tomar cómoda ventaja que no soltaron. 20-17 fue el marcador final, pero no se confundan con el número porque la última anotación de las Panteras fue en tiempo de basura cuando la gente, que comenzó a abuchear a su equipo a la mitad del último cuarto, ya abandonaba el estadio.
La derrota no es mala en sí, de las derrotas se aprende y como ya sabíamos, este es un equipo en reconstrucción. Young no es el futuro Mahomes, es solo un novato que mejorará partido con partido. Lo peor que les paso a los de casa anoche fue la lesión del apoyador Shaq Thomson, una de las piezas clave de la defensiva, que al parecer se fracturó el tobillo y estará fuera por varias semanas.
Ahora, en el fondo de la división, toca viaje largo a Seattle en semana corta, otra prueba más en lo que pinta como una larga temporada.